Thursday, June 08, 2006

Notas sobre Educacion y rol de las Elites (I)


Estudiantes secundarios 2006. Marcha en la Alameda.
Fotos: cammronn. Tomada entre el 4 y 5 de Junio 2006.


Queremos que todos los Estudiantes tengan derechos igualitarios y que no se caigan por nada en el mundo que su liceo sea digno y que por fin nos escuchen como el futuro de chile que somos y que merecemos todos lo que pedimos para así ser mejores personas y que sean cautelosos en todo estaremos informando de todo lo que pase a la distancia.

En caso que nos desalojen, sigan luchando por sus objetivos que todo salga bien.

(Blog: Liceo Benjamín Franklin. Lunes 29 de Mayo, 11:03 P.M)


Rebelión de los Pingüinos y rol de las Elites (I)
Notas pare entender la desigualdad de oportunidades de la educación.

El movimiento de protesta que han iniciado los Estudiantes Secundarios Chilenos por una educación de mayor calidad e igualdad de oportunidades, tienen una trascendencia enorme desde el punto de vista del proyecto "Chile-País" y más aún con miras al Bicentenario 2010, que se pretende celebrar. No es un problema entre el Ejecutivo y algunos estudiantes, es un problema de Estado.

Tampoco es un problema que se solucionará con una nueva “Reforma al Sistema Educacional” o con la obtención de un “pase escolar gratuito”. Se requerirá una transformación más radical. Una transformación en la “mentalidad” del conjunto de la sociedad y especialmente de la clase dirigente, capaz de crear las bases de un nuevo marco de “relaciones sociales” en Chile.

La sola “idea” de “igualdad de oportunidades” supone como requisito básico el que la gente que compone esa “comunidad o sociedad” crea firmemente en la conveniencia, oportunidad y plausibilidad de que ello sea así.

Si no creemos en la conveniencia, oportunidad y plausibilidad de una “educación mejor para todos los Chilenos”, lo más probable es que la brecha entre ricos y pobres continuará en aumento y seguiremos produciendo estadísticas anuales que nos sitúan juntos a otros países de la región Latinoamericana como uno de los países con más inequidad del mundo y retrasos en la generación de conocimiento, formación de capital humano y desarrollo económico.

Nos guste o no, existen innumerables fuentes de información estadísticas y estudios que así lo demuestran.

La CEPAL por ejemplo en año 2002 ya nos advertía que “en el largo plazo, las economías basadas en los conocimientos no pueden darse el lujo de excluir a buena parte de la población de una educación de buena calidad y de los recursos del aprendizaje.” (1)

Tres son las principales áreas problemáticas en el ámbito de la educación a nivel Latinoamericano: En primer lugar, serias deficiencias en cobertura escolar y abandono prematuro de la escuela. Punto en el cual aunque Chile ha hecho avances importantes, es claro que hay muchos niños que abandonan el colegio y luego caen en conductas de riesgo social, que derivan finalmente en la delincuencia juvenil que todos conocemos.

En segundo lugar, una alta disparidad en la calidad de la instrucción impartida porque si bien hoy las generaciones de escolares reciben más horas de instrucción que sus padres, el rendimiento y aprendizaje final esta profundamente determinado por el nivel de ingresos, la clase social y la ubicación geográfica de los estudiantes.

En este sentido a pesar de los esfuerzos e inversiones en infraestructura y ampliación de la Jornada Escolar hecha en Chile, los resultados siguen siendo extremadamente precarios. El entorno social y cultural de las familias de nuestros escolares juega un rol fundamental al momento de evaluar la educación.

Además y pese a los avances sostenidos en diversos indicadores como salud, infraestructura, ingresos y otros factores que han situado ha Chile durante los últimos años, entre los países con mayor índice de “Desarrollo Humano” en América Latina, lo cierto es que al comparar estos buenos resultados con otros países del mundo, Chile sigue situándose muy por debajo del promedio en la mayoría de esos mismos indicadores.

En conexión con lo anterior, la tercera área problemática dice relación con el hecho sistemáticamente demostrado a través de décadas de investigaciones que “la calidad de la educación es mucho menor para los estudiantes de familias de ingresos reducidos. La mayoría de los niños y jóvenes que cursan estudios en las escuelas públicas no tendrán acceso a una educación superior de mejor calidad y engrosarán las capas medias no profesionales o inferiores de la sociedad.

El año 2001 también el BID advertía que en Chile al igual que los otros países de América Latina nos estamos quedando rezagados respecto a la formación de recursos humanos calificados o semi-calificados, fundamentales para mejorar la productividad y mantener la competitividad en el mercado global. De allí que la recomendación final fuera:

“Si los países de América Latina desean aumentar el crecimiento económico y la competitividad, la Prioridad Numero Uno en materia de políticas es la educación.” (2)

Para la CEPAL es claro que “en las últimas décadas del siglo XX, las economías de reciente industrialización de Asia – China, Hong Kong, Malasia, Corea, Singapur y Tailandia – han superado a la región de América Latina, tanto en la enseñanza secundaria como terciaria” y que el abismo existente con los países desarrollados y nosotros, además de ser aparentemente irreversible, resulta ya casi impresentable a la luz de la agudización de la brecha entre ricos y pobres.

En este contexto general sobre el desarrollo en Chile y Latinoamérica, surge la pregunta respecto a ¿Por qué en Chile a pesar de los avances logrados, persisten esos indicadores globales altamente desiguales entre ricos y pobres?, y ¿Por qué en Chile la educación pública continua siendo tan desigual?

Mas allá de la respuesta a estas u otras preguntas, la que se intentarán ir dilucidando en próximas notas, nos parece útil precisar por el momento que parece poco realista creer que la “idea” o “visión” de una “educación de calidad para todos los Chilenos” tendrá viabilidad económica y política, en el corto plazo, si en primer lugar quienes gobiernan y crean las leyes, la elite y cumbre estratégica de nuestro país, no comparte esa idea o visión.

Será en última instancia, la Elite y Cumbre Estratégica, es decir los ciudadanos privilegiados que forman las redes financieras, culturales, políticas y sociales y que influyen sobre la vida de todos los Chilenos, quienes deberán jugar un rol clave para el futuro de este país y decidir si quieren construir un Chile competitivo con recursos humanos y capital social preparado para la competitividad globalizada del siglo XXI o prefieren continuar con un sistema educacional, que reproduce una sociedad altamente estratificada en clases y cuya estructura piramidal asegura que un pequeño grupo sea el poseedor de la mayoría de la riqueza natural existente así como del capital-cultural que produce el país.

Brunner el 2003 – en un artículo de prensa al comentar los resultados de un estudio de Seminarium Head Huntig de ese año - ya se refería a este grupo, como un “circulo relativamente cerrado y aparentemente impenetrable. Sus miembros viven en las alturas; una vida aparte. Integran redes que, por su naturaleza, son excluyentes.” (3)

A su vez los hijos de estas elites en Chile visitan solo un pequeño núcleo colegios y universidades que se corresponde a ese 8% o 9% en dónde se concentra el poder y el conocimiento en Chile.

“Estas elites – agrega Brunner – están pobladas por personas altamente educadas, llenas de credenciales académicas con manejo de lenguajes esotéricos, que conocen técnicas avanzadas de gestión y hablan inglés, la lengua franca de la aldea global.”

Este grupo social, es decir la Elite o Cumbre Estratégica de la sociedad Chilena, formada por intelectuales y empresarios, políticos, lideres de opinión de todo el espectro político, desde la izquierda pasando por el centro hasta la derecha, héroes y estrellas de los medios de comunicación de masas, científicos y emprendedores de todo tipo, y que en definitiva dan forma a los “ricos y famosos” de nuestra pequeña aldea y loca geografía, llamada Chile, tendrán que jugar un rol fundamental – nos guste o no nos guste – en la posibilidad “práctica” de construir en términos “serios” una educación de mejor y de calidad para todos los Chilenos.

En este sentido, el movimiento de los jóvenes escolares, que ha surgido no de la cumbre estratégica de la sociedad sino de una base social inesperada, niños escolares de todo el especto político, anaquistas, independientes y libre pensadores del futuro y de un pensamiento tremendamente innovador, tiene un valor socio-político y socio-cultural, que transciende la demanda concreta que está en la agenda de negociación.

Este emplazamiento al conjunto de sociedad Chilena tiene una potencialidad histórica que no debería ser desaprovechada por la Elite gobernante.

(1) Educación y mercado de Trabajo en América Latina: ¿Qué dicen las cifras. CEPAL, ECLAC.Sept., 2002.
(2) BID. Progreso Económico y Social del 2001.
(3) Brunner, J.J. Nuestras elites: ¿Meritocracia o Herederos?. La Tercera 18.06.2003.

Notas Sobre Interculturalidad (I)


Durante las últimas semanas se ha iniciado un activo debate político en Alemania, sobre la naturaleza y alcances de la “Sociedad intercultural”.

¿Qué detonó esta discusión? y ¿Por qué este tema seguirá siendo relevante para el futuro de la política Europea y Alemana? se explica por dos hechos centrales:

En primer lugar, porque el debate golpeo en el rostro a la sociedad alemana desde el momento que se vio por televisión desde Berlín a un grupo de jóvenes de entre 14 y 17 años, inmigrantes de 1ª y 2ª generación, que gritaban y arrojaban piedras encapuchados desde el interior de su colegio.

Esta fue la protesta de los estudiantes ante la posición adoptada por el cuerpo de profesores del colegio que se negaban a seguir impartiendo clases a sus estudiantes dado que se sienten totalmente sobrepasados y amenazados por ellos. Los profesores tienen tanto miedo de entrar a clases que – según lo han señalado - lo hacen sólo si están premunidos de un teléfono celular para pedir apoyo a un colega en caso de emergencia.

¿Pero qué pasa en esa escuela? Según la visión de los adultos, profesores y organismos de gobierno, allí hay un problema estructural por la decreciente calidad de la educación y las pocas perspectivas laborales que tienen los estudiantes. Agravado por el hecho de que en esa escuela el 80% de los estudiantes son de origen extranjero, y muchos de esos niños poseen una bajo nivel de rendimiento, no hablan suficiente alemán y tiene padres cesantes y/o alcohólicos. Este cuadro genera en los niños un comportamiento violento. Ellos agraden – ya sea verbal o físicamente – todo lo que pase por delante. En este ambiente dicen los profesores: ¡no podemos trabajar más!

Frente a esto, la apacible y también conservadora sociedad alemana simplemente quedó ¡plop! Al ver a esos jóvenes de origen turco, palestino, iraní, o servio, tirando piedras y protestando en vivo y en directo como si lo estuvieran haciendo en un barrio pobre de Palestina, Irak, Angola o Colombia. Este hecho, que nunca había ocurrido en Alemania, simplemente golpeó fuerte en el rostro de los televidentes. El tercer mundo ahora está aquí. A la vuelta de la esquina. Y es real, no es una proyección digitalizada que es recibida por el telespectador como una circunstancia lamentable y trágica, pero que a la vez es lejana y distante.

No, ahora los medios de comunicación de masas transmiten imágenes de “niños encapuchados” que arrojan piedras y escupen, gritan y protestan porque se sienten excluidos. Son pobres, y no están integrados a pesar de que muchos de ellos nacieron en Alemania y poseen pasaporte Alemán. Ellos conforman las capas bajas de la sociedad europea moderna que no tienen perspectivas de trabajo y se sienten extraños en un país donde nacieron pero cuya cultura y sistema de valores desconocen o simplemente rechazan.

Entonces surge la pregunta: ¿Quiénes son estos jóvenes encapuchados? Extranjeros, responden la mayoría de los espectadores. No, expresan otros. Eran niños alemanes, dice la minoría. Pero no son ni lo uno ni lo otro. Sino que una combinación de ambas identidades. Son niños inmigrantes cuya “identidad cultural” está en formación y que viven entre dos mundos. Entre la cultura de sus padres, por un lado, y la cultura de la sociedad alemana, por la otra. Pero que no pertenecen a ninguna de esos dos sistemas culturales. Ellos permanecen entre mundos.

Y entonces ahora, una vez terminado el noticiario y apagado el televisor el alemán promedio ya no se puede dormir con esa sensación de tranquilidad y seguridad que le da una buena casa con calefacción central, desde donde ve noticias de países exóticos y lejanos. No ahora el problema está aquí, en muchas de sus propias escuelas básicas, que son el futuro de este país y de las próximas generaciones de alemanes. Entonces se duerme intranquilo y se pregunta: ¿Acaso no será que la sociedad multicultural es sólo una ilusión?

Esta pregunta lleva a la segunda razón de porque la protesta pública ocurrida en una escuela técnica en Berlín ha provocado un intenso debate entre las capas “informadas y dirigentes” de uno de los países más ricos e industrializado del mundo.

La pregunta sobre la “Interculturalidad” ya no es un tema de intelectuales esotéricos, sino que un problema político y económico de primer orden que tendrá consecuencias fundamentales para el futuro Europeo: Por eso importantes sectores de la opinión pública y política como la fracción mayoritaria del gobierno alemán Democracia Cristiana (CDU) por primera vez desde iniciada la política inmigratoria en busca de mano de obra en la década del 60 habla abiertamente del fracaso de la “Sociedad Multi-kulti” y sostiene, que en Alemania no hay una “integración” de los inmigrantes sino que una “Sociedad Paralela” (Parallelgesellschaft) en dónde los inmigrantes viven en sus propios sistemas de valores sin respetar ni aceptar los modelos culturales de la sociedad occidental.

Ante esta situación, proponen para el futuro diversas políticas orientadas a exigir más cursos de alemán para los inmigrantes e imponer restricciones a la posibilidad de inmigrar, establecerse y finalmente nacionalizarse en Alemania. La otra fracción gobernante, en tanto, el partido Social Demócrata (SPD) que aparentemente ha estado más absorto en sus problemas internos y no ha tenido una definición clara ni sistemática sobre el punto, ha insistido en mantener los programas de apoyo social a los inmigrantes más que centrar la discusión en los aspectos negativos que la inmigración y la “sociedad paralela” está generando.

La CDU, en este sentido ha desempeñado un papel más activo y claro en la discusión pública, reiterando que la sociedad “multi-kulti” no está funcionando y que a los extranjeros que quieran vivir en Alemania en el futuro deberán cómo mínimo hablar alemán, asistir a cursos de “integración, y respetar las normas sociales y culturales que está sociedad se ha dado. Los Verdes, en tanto desde la oposición, continúan con su discurso que pone énfasis en las prácticas discriminatorias de la sociedad alemana e insisten en que el problema es una falta de oportunidades para los extranjeros.

Pero más allá del debate político actual, que cómo todos sabemos la mayoría de las veces tiene su propia lógica-retórica la cual no siempre está inspirada en buscar el mejor argumento o la mejor solución para un problema, lo cierto es que el fenómeno de las “sociedades paralelas” en Europa y Alemania esta cada día más presente en la discusión y estalla cada cierto tiempo en los medios de comunicación según los ritmos propios de la violencia social entre grupos culturales en conflicto.

Ya sea en Holanda, Francia, España o Alemania, lo que poco a poco a todos les va quedando claro es que la idea de la “Interculturalidad” como concepto de marketing al estilo “Benetton” se está esfumando en el aire. Otra vez la “Cultura” con mayúscula, se manifiesta como un proceso social cuyo origen si bien es blando e imperceptible, tiene resultados que la mayoría de las veces pueden llegar a ser extremadamente duros, sobre todo cuando dos o más culturas entran en contacto.

Por eso hoy muchos en Europa se preguntan si la sociedad intercultural sólo es una ilusión. Sobre todo en un mundo dónde, a pesar de los pronósticos y avances científicos, los recursos son cada vez más escasos y en donde los países ricos del 1er mundo comienzan a encontrar el tercer mundo en sus propias escuelas.

Esta “sociedad paralela” que se ve a diario en Europa comienza a mostrar que la llamada “globalización” de la cultura y de los medios de comunicación tiene muchas aristas y es un proceso lleno de contradicciones y paradojas.

Aquí, la mayoría de los alemanes piensa que el problema de la integración de los inmigrantes tiene su origen en un deficiente dominio del idioma por parte de los recién llegados. Pero experiencias en países como España o Chile, que tienen serios problemas para asimilar a sus extranjeros latinos – que comparten el mismo idioma y bases culturales – muestra que la integración de los inmigrantes no es sólo un tema idiomático. Es un proceso complejo y lleno de desafíos que deben ser estudiado y debatido a fin de hacer viable política, económica y socialmente esa ilusión.